En estos tiempos de la era digital, la sobre información y la inmediatez, en los que estudios afirman que nuestro foco de atención migra cada 45 segundos miles de veces por día, no es nada fácil convencer a nuestros hijos de que la lectura es más que una obligación, y que hasta puede llegar a convertirse en un verdadero placer.
Y es que para los llamados “nativos digitales”, los dispositivos tecnológicos han llegado a convertirse en una extensión de sí mismos, que además de facilitar la comunicación, han transformado el concepto de tiempo y espacio, las maneras de relacionarse, de percibir la realidad y de coexistir con el mundo.
En consecuencia, en esta sociedad hiperconectada e hiper estimulada, en la que un contenido logra captar nuestro interés durante tres segundos y luego, con un simple movimiento del dedo índice pasamos a otro, la lectura suele ser vista como una actividad aburrida y antaña, y los lectores, una especie jurásica en peligro de extinción.
Tratar de rivalizar con esa avalancha de imágenes, sonidos y efectos que compiten por nuestra atención gracias a la magia de los algoritmos, es realmente una tarea titánica. De ahí, que el esfuerzo para promover la lectura debe ir encaminado a la normalización de este hábito desde nuestra cotidianidad. Así, será más natural para nuestros hijos incorporar los libros como una fuente de conocimiento, sí, pero también de esparcimiento.
Nunca es tarde para empezar. Se trata de adquirir el gusto por algo diferente, que puede llegar a convertirse en un espacio acogedor ante el estrés diario, nuestras responsabilidades, y la sobre exposición de contenido desde las redes sociales.
Pero para llegar a este punto, es importante recalcar que la lectura no debe obligarse bajo ningún concepto. Antes bien, es importante que los jóvenes sientan que es su decisión y que son los que tienen el control. Como padres, podemos poner al alcance libros que estén acorde a sus intereses, recomendarles algunos títulos que logren conectar con sus preferencias, y darles así la llave para que ellos se adentren a este maravilloso mundo.
No es necesario que nuestros hijos se inicien con un clásico literario de gran volumen. Hay títulos con temática adolescente que de seguro les pueden interesar. Las películas y series basadas en libros son un excelente enganche para captar su atención, así como las novelas cortas, los cómics y los audio libros. No menosprecie su elección, al contrario, muéstrese interesado, estimúlelo y sugiérale nuevos textos de valor que sigan el mismo género: misterio, suspenso, romance, historia, biografía, autoayuda, entre otros.
Aunque para algunos nada puede reemplazar la sensación de sostener y pasar las hojas de forma tradicional, hay que reconocer que las nuevas generaciones están más vinculadas con el uso de las tabletas, computadoras y celulares. Aproveche las posibilidades que ofrecen las bibliotecas virtuales y facilite así el encuentro con ese libro “ideal” que logrará atrapar al futuro lector.
Cada vez que leemos, hacemos un viaje mágico que además reduce el estrés, despierta nuestra imaginación, ejercita nuestro cerebro, mejora nuestro léxico, redacción, comprensión lectora, así como las relaciones sociales con los demás. Incentivar este hábito en nuestros hijos será un regalo maravilloso que les abrirá las puertas al conocimiento, la curiosidad e inspiración. No lo dejemos todo en manos de las escuelas y hagamos de la lectura algo más que un compromiso escolar: un espacio acogedor y un lugar seguro.