21 February 2023

Educación Dominican: Realidad vs Ficción


Dr. Bary G. Bigay, Director Instituto ChromoMED.

La educación es como un vaso de agua, en ocasiones lo tienes vacío, otras veces medio lleno, y si te esfuerzas, podría estar lleno totalmente. Sin embargo, lo único que importa es la pureza del agua.

En este siglo se compara con una casa, a veces amueblada, otras no, sin embargo, lo que importa es la calidad de los muebles.

El objetivo de este artículo es entender que la educación de un pueblo no es responsabilidad única del sistema educativo, sino que comienza en la familia, que es la célula de la sociedad. Hoy en día el aprendizaje se confunde con la educación, siendo estas dos cosas muy diferentes.

Aprender es la capacidad de enfrentar los problemas que se presentan en nuestra realidad, y este aprendizaje, si es interpretado como “correcto”, forma parte de nuestro sistema personal y cultural de creencias, donde este último es la educación.

La evidencia de que la educación es un sistema cultural, está a tu alrededor, dado que la cultura cosifica la sociedad. Un ejemplo de esto lo podemos plantear con la cultura japonesa, donde en su sistema cultural, la paz y el respeto priman sobre todas las cosas. En el Caribe, debido a las altas temperaturas, la gente es más eufórica, y menos pacífica, lo que pasa a formar parte de nuestro sistema cultural.

El sistema educativo dominicano, no es un desastre, como el marketing y los intereses políticos, económicos y sociales, “lo han vendido”. La realidad es que el cerebro del ciudadano dominicano, aprende de forma diferente, existe una fuerte confusión entre la educación, la moral, los valores y la cultura. Por lo que se vuelve necesario deconstruir estos términos.

Ser un individuo educado, comprende estar en posesión de grandes valores morales y cívicos, sin embargo, la educación no se queda ahí, sino que arropa la capacidad de interactuar oportunamente con otro individuo, en su esfera más prístina, responde a un sistema de creencias y valores, que están arraigados en la cultura de cada pueblo.

En nuestro argot la frase “El mal comío no piensa”, es un axioma cultural que explica el desdén que se tiene hacia nuestra educación. La realidad es que el cerebro humano, necesita una nutrición óptima que incluya los 20 aminoácidos esenciales, para poder optimizar los conocimientos. Sin embargo, el cerebro dominicano es capaz aun así de razonar y llevar a cabo procesos mentales complejos, “El cerebro dominicano sobrevive con poca azúcar”, el cerebro humano solo se alimenta de glucosa (Azúcar), un elemento indispensable para la vida y para poder educarse.

Si bien es cierto que el sistema educativo dominicano tiene precariedades, que van desde la infraestructura, materiales didácticos, y sobre todo la alimentación balanceada también es cierto que el interés por educarse del dominicano es probablemente el más grande de América Latina, pues, el dominicano reconoce que debe superarse.

El hombre de pie, decidió que está educado, por lo que siente que está listo para el ambiente laboral, y “ganarse la vida”, de tal manera que dejó la escuela, que es el sistema educativo tradicional, sin embargo, aunque suene absurdo ahí no está la educación.

Como ya hemos planteado la educación es un sistema cultural, por lo que la forma de vivir de los ciudadanos de un país determina su educación, por ejemplo lancemos una mirada a Costa Rica, un pueblo altamente educado, sin sistema policial, ni militar, donde se vive de la agricultura, la población no alfabetizada es el 2.4%. Otro ejemplo es Alemania, donde existen 3 bachilleratos, de los cuales solo 1, (Gymnasium), puede entrar a la universidad y hacer una carrera, o China donde solo el 10% puede llegar a estudiar en la universidad top, dado que solo los que pasan el examen más difícil del mundo el “Gaokao”, pueden entrar, muchos hasta se suicidan al reprobarlo.

En República Dominicana, la realidad es que cualquier persona sin importar su nivel económico, social y cultural, tiene acceso a la educación universitaria, lo que nos habla de que vivimos en un “país de oportunidades educativas”.

Soy un ejemplo de ello, estudié medicina en la Universidad Central del Este, con un préstamo educativo, siendo oriundo de una familia de clase media baja. Tuve la oportunidad de probar el sistema educativo público dominicano, por 2 años, entre 3er y 4to año, y fue allí donde aprendí los elementos necesarios para vivir a la razón de cualquier ciudadano del mundo.

Catalogar el sistema educativo dominicano, lleno de profesionales buenos, en todas las ramas del saber, es un ejercicio mezquino del intelecto. Por su puesto hay que reconocer nuestras precariedades, pero enfatizar en que nuestra educación es la escoria global, sería decir que el plancton es el grupo de organismos marinos menos importantes, cuando sabemos que nuestros mares están limpios gracias a ellos.

La clave es redirigir nuestra forma de educar, y formar a los educadores con el más alto nivel de formación, que es el doctorado, para poder garantizar que nuestros hijos, sean el futuro de nuestra nación, ya que el sistema, no pudo brindarnos las herramientas necesarias en este mundo postmoderno, nosotros como nueva sociedad debemos generarla a puro pulmón.

Para concluir, la educación es un proceso cultural que comienza en el hogar y se refleja en los valores y creencias de cada pueblo. Aunque el sistema educativo dominicano presenta limitaciones, es importante que los dominicanos confíen en la educación y se apoyen en instituciones como FONDESA para mejorar sus oportunidades. En lugar de centrarnos en las deficiencias del sistema educativo, debemos enfocarnos en aprovechar la educación como un derecho y una oportunidad para superarnos y crecer como individuos y como sociedad.

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