¿Alguna vez has visto un zoombie? No en películas, ¿en la vida real?
Yo sí los he visto, es más, puede decirse que por largo tiempo fui uno.
Llamo zoombies a aquellas personas que solo se asume que están vivas porque respiran y tienen signos vitales, sin embargo, parece que sus días solo pasan, se muestran apáticos, falta de energía y nada les llena. Tal vez te has cruzado con uno, o quizás tú eres uno de ellos.
Múltiples pueden ser las razones que causen esta condición, pero hoy vengo a hablarte de una muy común y que conozco muy bien: ¨la falta de propósito¨
No tener un por qué, desconocerlo o no interesarse en descubrirlo, es una causa frecuente por la cual, las personan viven en piloto automático. Muchas veces haciendo cosas que a otros le han funcionado y parecen ser felices, pero al hacerlas, se topan con la imponente pared, de no sentirse plenos con eso que a otros parece encajarle a la perfección. Y es que si somos seres únicos e irrepetibles, entonces quiere decir que nuestro camino en este paso por el mundo, también lo es.
Como te dije al principio, yo fui un zoombie por largo tiempo. Acudía a un trabajo que no me llenaba, me levantaba cada día con el pesar en mi corazón de tener que acudir a aquel lugar, el cual cumplía con todos los requisitos de ser un trabajo ideal, sin embargo, para mí no lo representaba.
Ikigai es un término japonés que puede traducirse como propósito vital o lo que le da sentido a tu vida. Dio a conocerse en occidente, a través del estudio de la comunidad centenaria de Japón. Una comunidad donde todos sus habitantes viven más de 100 años… Puedes creerlo?
Una comunidad donde todos sus habitantes tienen una vida tan longeva, ha llamado la atención de muchos, incluyendo a Héctor García y Francesc Miralles quienes decidieron conocer a que se debía esta larga vida y escribieron El Método Ikigai. En este libro se evidencia claramente que una de las razones principales es que cada uno de los habitantes conoce y apuesta a su Ikigai.
Los japoneses profesan que dentro de nuestro interior se encuentra un preciado tesoro, el cual esconde un propósito que nos impulsa a vivir, que no da motivos, que nos mueve y nos inyecta de una energía que no sale de los alimentos, ni de descansar, sino un combustible que se genera de sabernos útiles para nosotros y para otros. Un empuje que resulta de saber que estamos haciendo el aporte a la creación para el cual fuimos concebidos, y que como parte de esta misma creación, estamos llamados a trabajar por ella y hacerla mejor.
¿Cómo encuentro mi Ikigai?
Lo interesante de todo es que el Ikigai propone una técnica que aunada a la atención, meditación y autodescubrimiento, nos ayuda a encontrar nuestro propósito. Esta técnica permite detectar tres grandes aristas dentro de nuestro propósito de vida.
Lo primero es que con él podemos identificar nuestras pasiones, es decir aquellas cosas que nos hacen vibrar y sacuden nuestro corazón. Actividades que al hacerlas sentimos que el tiempo no pasa y aun en cansancio físico, no nos pesa dar la milla extra.
Encontrar el talento: Aquellas cosas en las que somos buenos. Suelen ser dones naturales que hemos cultivado y normalmente somos admirados por ellos.
Reconocer tus misiones: A lo largo de la vida, nos tocará vivir distintos escenarios, pero si estamos claro en cuál es nuestro propósito, identificamos las misiones que nos llevan al cumplimiento de este. Incluso en aquellas que nos encontramos solo en fase de preparación para el mismo.
¿En qué consiste la técnica Ikigai?
Es una técnica que como todo lo de la cultura oriental, apuesta por lo simple y consiste en listar lo siguiente:
Es importante reconocer que el propósito se diferencia de una meta, ya que este es un camino a lo largo de tu vida. Necesariamente para ser propósito debe impactar a otros, ya que el propósito es vivido con amor hacia lo que hacemos y lo que podemos aportar a lo demás.
Encontrar tu propósito es una muestra de amor hacia uno mismo. Cuando se vive una vida con sentido, los obstáculos encuentran solución, accionamos en dirección de los recursos y personas que nos ayudan a cumplirlo y sentimos una vida más plena. El éxito material y el reconocimiento, aunque no son el fin primero, llegan como consecuencia de vivir en la verdad de cumplir tu propósito en este tiempo y espacio que se te ha concedido.